Imagínense, por un momento, que se encuentran un día aburridos y les da por desplazar con cierta presión un boli (tapado) por la superficie de su piel (cosas más raras se hacen en momentos de aburrimiento) y descubren que, a los escasos minutos, comienzan a aparecer como por arte de “magia” unas señales lineales, rojizas y elevadas en la superficie de la piel que reflejan perfectamente el recorrido del boli y que además pican que da gusto. Cómo por ejemplo, algo así:
Este fenómeno tan peculiar se llama dermografismo (literalmente “escritura en la piel”) y es uno de los tipos más frecuentes de urticaria (del 2 al 5% de la población lo padece). Las urticarias, reacciones inflamatorias de la piel en las que aparecen típicamente ronchas rojizas que pican como unas condenadas (lo que en jerga médica llamamos prurito), pueden tener muchas causas que las desencadenen y, a su vez, manifestarse con bastantes peculiaridades. Por ejemplo, existen urticarias al contacto con el agua, como consecuencia del ejercicio físico o ante la exposición solar (lo cual, como se pueden imaginar, afecta muchísimo a la vida diaria).
La mayoría de urticarias suelen ser agudas, y desaparecen tan rápido como han aparecido, a los pocos minutos u horas. Otras, sin embargo, pueden ser crónicas, durando meses o años. Normalmente, la gente suele achacar las urticarias a una causa alérgica, pero lo cierto es que en gran parte de ellas no es ésta la causa desencadenante.
El dermografismo se trata en realidad de una reacción exagerada de lo que ocurre normalmente en la piel con un roce o rascado lo suficientemente fuerte: Primero aparece una zona enrojecida de poca extensión (debido a la dilatación de los capilares), a los segundos o minutos esta zona enrojecida aumenta su superficie (por la dilatación de las arteriolas) y ya, como último paso, aparece la hinchazón debido al paso de líquido de los vasos a la piel (edema). Todos estos pasos se dan, pero a lo bestia, en las personas con dermografismo.
Aunque pueda parecer extraño, no se tiene muy claro el mecanismo desencadenante que hace que aparezca esta reacción exagerada de la piel ante el rascado. Sí que está claro que la histamina (un mediador inflamatorio implicado en alergias y reacciones de hipersensibilidad) juega un papel fundamental, pues se encuentra muy elevado en los tejidos que presentan dermografismo y la aplicación de antihistamínicos suele rebajar esta inflamación. Los mastocitos son las células que almacenan la histamina en su interior y cuando aparece un determinado estímulo (consecuencia en este caso del roce o rascado) la liberan a los tejidos de alrededor provocando los efectos antes descritos: Hinchazón, enrojecimiento, picor… ¿Y cuál es el paso intermedio que hace que el rascado estimule a los mastocitos? Ahí ya entramos en el terreno de las conjeturas, pero la principal hipótesis es que el rascado libera algún tipo de antígeno (molécula que desencadena una respuesta inflamatoria) que no se ha identificado aún y que estimula a los mastocitos a liberar su carga.
Por suerte, el dermografismo suele ser casi siempre más una molestia para la vida diaria que un riesgo para la vida (aunque puede asociarse raramente a otras enfermedades que sí que afecten más a la salud) y es muy frecuente que desaparezca este fenómeno en la persona en cuestión de años sin que sepamos por qué. Y, como diría Enjuto: Como vino, se fue.
Como curiosidad, existe una artista llamada Ariana Russell que padece de dermografismo y, en un arranque de originalidad, decidió emplear este fenómeno como un recurso artístico: “Utilizo mi piel como un lienzo“