Entre el trabajo, la familia y todas las tareas que debemos cumplir durante el día podemos llegar a sentirnos agotados y frustrados. ¿Tú te sientes estresado? Tomate un momento para meditar. Te dejará tranquilo y con energías. Si quieres saber cómo no dejes de leer estos simples consejos que te ayudarán a tener una meditación más eficaz.
En primer lugar te recomendamos que analices tus hábitos. Debes tener en cuenta que todo aquello que comes y bebes puede afectar tu habilidad para meditar. El consumo de alcohol, estimulantes o comida chatarra no favorecerá tu tranquilidad.
Concentrate en tu respiración. Es uno de los elementos más poderosos dentro de la meditación. Es importante que respires desde el diafragma. Al momento de inhalar llena tus pulmones de aire haciendo que el estómago se infle. Luego exhala, haciendo que tu estómago baje.
Encuentra un lugar especial
Es decisivo preparar un lugar especial que sólo emplearás para meditar. Si dispones de una habitación ¡estupendo!, pero será suficiente con que reserves una esquina en tu dormitorio, por ejemplo. Este será el espacio sagrado para tu descubrimiento interno, por eso conviene prepararlo de manera que te inspire lo máximo posible.
- Cubre una mesita baja o un estante con una tela limpia, blanca o de algún color claro que te guste.
- Pon una vela y una flor fresca si es posible.
- Quizás también te guste quemar algo de incienso.
Todas estas cosas sirven para crear una atmósfera meditativa.
Prepárate Físicamente
Tu viaje espiritual tiene lugar en y a través de tu cuerpo físico. He aquí cómo puedes prepararlo para la meditación:
- Dúchate antes de la práctica. Si no puedes hacerlo, lávate al menos la cara y las manos.
- Ponte ropa limpia, ligera y cómoda; preferiblemente de un color claro.
- Quítate los zapatos para meditar. ¡Los pies también necesitan un descanso!
Siéntate relajado, siéntate derecho
No es necesario sentarse en una postura yóguica específica para meditar. Si puedes sentarte cómodo en un cojín en el suelo, eso es lo mejor. Si no, utiliza una silla o una banqueta de meditación. Lo importante es permanecer quieto y relajado, mantener la espalda recta, y tener la flor o la vela a la altura de los ojos.
Algunas personas preguntan si es correcto meditar tumbado. No se recomienda, ¡a menos qué te interese más dormir que meditar!
Sin prisa pero sin pausa se alcanza el objetivo
Al principio es suficiente con cinco o diez minutos de meditación al día. Tal vez te sientas tentado a hacer más, pero es mejor ir despacio y sin pausa. La meditación es como un músculo interno que estás fortaleciendo a paso lento pero seguro. Si lo haces trabajar en exceso, el músculo se resiente; si meditas más de diez minutos y sientes tensión o dolor en la cabeza, sabrás que has ido más allá de tu capacidad.
A medida que tu práctica vaya madurando, podrás dedicar más tiempo, y tu meditación se volverá más intensa.
Elige el Momento Adecuado
Concierta una cita contigo mismo para practicar cada día a la misma hora. Al igual que alimentas tu cuerpo físico varias veces al día a determinadas horas, considera la meditación como el alimento de tu vida interna y dedica cada día un tiempo especial para tus ejercicios. El mejor momento es por la mañana temprano, antes de entrar en las actividades diarias. Así la paz que obtienes de la meditación matinal impregnará el resto de tu día.
Si sientes que no puedes prescindir de diez minutos al comienzo de la mañana para practicar, levántate entonces diez minutos antes y medita. El incremento de energía y bienestar que derivas de la meditación, compensará con creces esos minutos de sueño “perdidos”.
Practica antes de comer
Se recomienda que la hora de meditación no sea justo después de una comida principal. Tu ser interno estará intentando volar alto, como un pájaro, pero tu cuerpo será un lastre excesivo. Después de una comida grande, espera una o dos horas antes de meditar.
Preferiblemente deberías practicar antes de comer. Por otra parte, la meditación no será muy efectiva si el hambre te está pinchando. Si se acerca tu hora de meditar y tienes hambre, bebe algo de zumo o de leche, o come una fruta; lo justo para aplacar por un rato la sensación de hambre.
Relaja tus brazos y piernas. No necesitas adoptar una posición especial, siempre y cuando estén relajados y no interfieran con el balance de tu torso. Puedes descansar las manos sobre tus caderas, pero al principio te puede resultar más fácil dejar que tus brazos cuelguen a los lados para que su peso te ayude a notar lo que no esté alineado.
Relaja todo tu cuerpo. Sigue buscando las partes de tu cuerpo que no están relajadas, y relájalas. Puede que notes que no puedes relajarlas a menos que ajustes tu postura para estar mejor alineado. Eso ocurre normalmente con los músculos cerca de tu columna vertebral. Puede que también notes que no estás derecho y necesites enderezarte. También con frecuencia los músculos pequeños de tu cara se vuelven más tensos.
Concentra tu atención en el ritmo de tu respiración. Escúchala, síguela, pero no pienses en ella (cosas como “Suena un poco ronca… ¿Estaré cogiendo un catarro?). El objetivo es dejar que la “cháchara” de tu mente desaparezca poco a poco. Busca un “ancla” para calmar tu mente.
- Trata de recitar un mantra (repetición de una palabra sagrada). Lo mejor es usar una sola palabra como «om» pronunciada con un ritmo constante. Puedes recitarla verbalmente o sólo mentalmente. A los principiantes les resulta más fácil contar sus respiraciones. Trata de contarlas del 1 al 10, y vuelve a empezar con el 1.
- Para evitar que las imágenes se sigan colando en tus pensamientos, visualiza un sitio relajante. Puede ser real o imaginario. Imagina que estás en lo alto de una escalera que lleva a un sitio tranquilo. Cuenta los pasos al bajar hasta que te sientas tranquilo y relajado.
Calla tu mente. Cuando ya hayas entrenado tu mente a enfocarse en una sola cosa a la vez, el siguiente paso es no concentrarte en nada; básicamente “vacía” tu mente. Esto requiere una gran disciplina, pero es la culminación de la meditación. Después de concentrarte en un único punto, tal y como lo describimos en el paso anterior, puedes arrojarlo de tu mente u observarlo imparcialmente y dejar que vaya y venga, sin juzgarlo como “bueno “o “malo”. Usa el mismo método con cualquier pensamiento que vuelva a tu mente hasta que reine el silencio.
Prueba con la música. A todos nos gusta la música, y un buen CD de sonidos de la naturaleza o de cualquier música ambiental que ayude a relajarte será conveniente para ello. Escúchalo y métete dentro de la música hasta sentirla parte de ti. Concéntrate, y cuando quieras acordar estarás meditando.
Si quieres tomartelo más en serio puedes buscar un buen instructor para lograr que tu meditación sea lo mejor posible. Ponerte en contacto con un profesional puede ayudarte a seleccionar un mantra personalizado, es decir, una palabra o una serie de palabras que se repitan a lo largo de la meditación.
Una buena sesión de meditación te ayudará a sentirte más equilibrado, más controlado y predispuesto a concentrarte en tus tareas. Estos efectos pueden repercutir en los distintos aspectos de nuestra vida. Por lo tanto, te recomendamos que dediques unos momentos al día para estar en tranquilidad contigo mismo.