El período de embarazo y lactancia se caracteriza por una serie de cambios estructurales y funcionales del cuerpo de la madre: ampliación del útero, formación de la placenta, aumento de las glándulas mamarias, modificación de las glándulas endocrinas, incremento del volumen sanguíneo, intensificación del metabolismo, etc.
La alimentación de la madre jugará un papel importante para vivir este proceso sin daños para la salud de la madre y del niño, considerando que las necesidades calóricas aumentarán en el primer período de gestación entre un 5 y un 10 por ciento y en la segunda entre un 15 y 20 por ciento. Y durante la lactancia la subida podría ser del 30% (o 1.000 calorías más) respecto de una mujer adulta no embarazada.
Para que la madre pase su embarazo con las necesidades alimentarias lo mejor cubiertas posible, te ofrecemos en OtraMedicina algunos consejos.
Proteínas que necesita una embarazada
Las proteínas que necesita una embarazada son de unos 100 gramos diarios durante la primera parte de la gestación, aumentado a 120 gr/d en el último trimestre y 125 gr/d durante la lactancia. Una nutrición pobre en proteínas podría traer complicaciones durante el embarazo, como anemia, preclampsia, edema del feto, parto prematuro, malformaciones y una mayor receptividad del bebé a enfermedades post-parto. Además, puede influir sobre la calidad y cantidad de secreción láctea.
Entre las fuentes recomendables de proteínas figuran la leche, los huevos, la carne y el pescado, mientras que deben ser evitadas las legumbres secas (judías, guisantes y lentejas) porque generalmente contienen un alto grado de celulosa, algo que dificulta la digestión.
Lípidos y glucosa durante el embarazo
La cantidad de lípidos consumida durante el embarazo debe ser baja, ya que pueden sobrecargar al hígado y generar acidez. Es por eso que debe consumirse una pequeña cantidad de 90 gramos diarios durante el primer período de embarazo y 110 gr/d durante la lactancia. La mitad de los lípidos se ingieren a través de verduras y el resto por las grasas animales.
Por su parte, la cantidad de glucosa debe ser de entre 350 y 420 gr/d durante el embarazo y puede incrementarse a 500 gr/d en la lactancia, pero sin excederse porque puede generar obesidad y diabetes.
Minerales y vitaminas para la embarazada
Durante el embarazo y la lactancia, aumenta la necesidad de sales minerales, calcio, fósforo y hierro y se vuelve necesario ingerir alimentos que los contengan, como carne, leche, lácteos, huevos, hígado, espinacas, tomates y lechuga, etc.
La medida necesaria de calcio y fósforo durante la gestación es de 1,5 gr/d contra 0,8 gr/d para una mujer no embarazada, y durante la lactancia puede aumentar hasta 2 gr/d. La cantidad de sodio debe disminuirse, especialmente en el último período del embarazo, ya que favorece la aparición de edemas que pueden provocar complicaciones en el parto.
Por otra parte, la embarazada necesita ingerir una gran variedad de vitaminas, como Tiamina (2 mg/d), Riboflavina (2,5 mg/d), Piridoxina (5 mg/d), PP (14 ó 15 mg/d), K (0,5 ó 1 mg/d), A (6.000 UI), E (10 a 12 mg/d) y C (50 a 55 mg/d). También serán necesarias las del grupo B (en pan, carne, leche, huevos, vegetales verdes) y A (en lácteos, huevos, pescado y vegetales frescos).
Necesidades alimenticias de la embarazada
Todas las necesidades nutritivas de las mujeres embarazadas o en lactancia deben cubrirse con alimentos de los grupos principales. Así por ejemplo, la cantidad de carne y derivados consumidos diariamente debe ser de entre 200 y 250 gr/d, la de leche entre 600 y 1.000 ml/d y la de quesos de 50 gr/d, con al menos un huevo todos los días.
Las grasas alimentarias deben ingerirse a través de manteca (20 gr/d), aceite (20 ó 25 gr/d), pan de centeno (250 ó 350 gr/d), vegetales (400 ó 500 gr/d) y patatas (250 ó 300 gr/d), mientras que la cantidad de frutas debe ser de 350 ó 400 gr/d y la cantidad de azúcar entre 40 y 50 gr/d.
La alimentación debe ser cualitativa y cuantitativamente suficiente, sin excesos, con variaciones y alimentos lo más frescos posibles. Es recomendable hacer comidas frecuentes y reducidas, sobre todo en el primer período de embarazo, cuando los trastornos dispépticos (náuseas, vómitos) pueden afectar la alimentación.
Además, es mejor evitar grasas, picantes, salados, conservas (de carne, pescado o carne), alcohol y café, que generalmente irritan la mucosa digestiva con hipersecreción de jugo gástrico. Ocasionalmente pueden permitirse pequeñas cantidades de vino con soda o café, pero sin excesos.
Peso de la embarazada
Además de todos estos consejos de nutrición, debe controlarse con atención el aumento de peso, que debe ser casi inexistente en los primeros meses y luego irse incrementando unos 1,5 kg mensuales en los últimos 6 meses. Siempre se debe tener cuidado de que el incremento de peso no supere los 10 kg durante el embarazo.
La mujer embarazada, así como la que amamanta, debe respetar además las horas de las comidas y hacer una buena distribución de las calorías en cada comida. Sobre esto último, es preferible hacer más comidas y menos consistentes, masticar largo y despacio, y evitar cualquier tipo de emoción durante las comidas.
¡Esperamos que te hayan servido estos consejos!