En verano el calor es en muchas ocasiones sofocante, provocando que nos sintamos cansadas y con un estado de ánimo algo decaído.
No obstante, esto es algo que no nos podemos permitir cuando estamos embarazadas ya que todo lo que nosotras sintamos será transmitido a nuestro bebé. Por ello, es importante que afrontemos el día a día con la mejor de las sonrisas y con un estado de ánimo inquebrantable.
Para ello, y para mantener nuestra belleza así como nuestra salud, es indispensable que bebamos por lo menos 2 litros de agua al día. Aunque en un primer momento desconozcamos la diferencia existente entre dos aguas minerales que presentan diferente grado de mineralización, es importante que busquemos aquella que presente una mineralización muy débil; puesto que será más beneficiosa para nuestra salud y la de nuestro bebé.
- Ojo con el sol. Es importante tomar el sol con moderación, en horarios que no sean dañinos y utilizando cremas solares de alta protección. Así, se evitará la aparición de las temidas manchas en la piel.
- Apúntate al ejercicio. Los ejercicios suaves son muy beneficiosos durante el embarazo. Por ejemplo, la natación en verano es un deporte muy saludable ya que fortalece la musculatura, proporciona elasticidad a las articulaciones, no se realizan movimientos bruscos y, además, refresca. Y es que hay que recordar que en el agua pesamos algo menos y movernos en ella es más fácil para una gestante….abultada. Sólo hay que evitar los baños en el último mes, por si se produce la rotura de la bolsa. Los paseos también son muy recomendables -a no ser que estén contraindicados por prescripción médica-. Eso sí, intenta aprovechar la primera hora de la mañana o la última de la tarde, evitando las horas de más calor.
- ¡Más agua, por favor! Con el calor, la futura mamá debe mantenerse bien hidratada. Es recomendable ingerir alrededor de 2 litros diarios de agua. Además, gracias a ella, algunos de los síntomas provocados por los cambios hormonales mejoran o, por lo menos, no van a peor: estreñimiento, piernas hinchadas y cansadas, regulación de la temperatura corporal, etc.
- Come de forma equilibrada y ligera. En la dieta de una embarazada no debe faltar ni la calidad ni la variedad de alimentos, por tanto deberán estar presentes cereales, frutas, verduras, pescado (fundamentalmente azul, que contiene grasas más saludables), carnes, huevos y lácteos. Con la llegada del calor, lo ideal es optar por platos fríos, como las ensaladas de legumbres, verduras, gazpachos y frutas variadas. Además, en vacaciones es habitual salir a comer fuera, por lo que no olvides las precauciones a la hora de elegir el menú e intenta no llenarte: así tu digestión será menos pesada. En cualquier caso, debes recordar que comer “para dos” no significa en modo alguno que haya que comer “por dos”.
- Siempre cómoda y fresca. Cuando se espera un bebé, el calor del verano puede resultar más sofocante que nunca. Los tejidos naturales, como el algodón o el hilo, permiten que traspire mejor la piel y alivian la sensación de calor. Asimismo, es mejor llevar ropa holgada y de colores claros ya que absorben menos la radiación solar. En cuanto al calzado, las sandalias son una opción ideal, ya que no comprimen el pie.
- Una casa fresca, fundamental. Un truco para mantener tu casa fresca, si no se dispone de aire acondicionado, es abrir las ventanas a primera hora de la mañana y, después, mantenerlas cerradas hasta el atardecer. Las duchas de agua fría o tibia son otra fórmula para aliviar la sensación de calor y sentirte mucho más fresca. Hazlo en cualquier caso, poco a poco; los cambios bruscos de temperatura no son recomendables ni en verano. Sumergir los pies en agua fría también ayudará a calmar un poco el calor de tu cuerpo.
- Masajes para mejorar la circulación. El masaje durante el embarazo puede resultar muy beneficioso, ya que ayuda a eliminar la retención de líquidos, a relajar los músculos y a mejorar la circulación. Sea como fuere, antes de darte unos masajes, debes consultar la conveniencia de hacerlo con tu ginecólogo. Por otro lado, puede ayudar no estar mucho tiempo parada en pie, no cruzar las piernas al sentarse, elevar los pies en la cama o acostarse de lado, que ayuda a disminuir la hinchazón de las piernas.
- Evitar viajes largos. Durante el final del embarazo es más incómodo moverse y permanecer sentada durante mucho tiempo. Por ello, es aconsejable no desplazarse a más de 500 km en automóvil o autobús. La mejor norma que puedes aplicar es seguir las señales de tu cuerpo. Si el viaje es en coche una buena pauta es no viajar a más de 5 o 6 horas seguidas en el día y es importante parar cada 2 horas para dar un pequeño paseo. Si el viaje es en avión, recuerda hacer gimnasia moviendo los pies y flexionando las rodillas, aún estando sentada, durante unos cinco o diez minutos por cada hora de vuelo.