Alimentación y sueño (Parte 2)

Jesus L. Rodriguez

Dormir bien.

En la nota anterior habíamos comenzado a hablar sobre la alimentación y cómo esta influye en nuestro sueño, vimos que puede alterar nuestros patrones de descanso, es por esta razón que debemos cuidar lo que cenamos. Ahora queremos hablar sobre algunos hábitos que pueden facilitar el descanso, esto te será especialmente útil si sueles tener problemas de insomnio, ¡presta mucha atención!

Lo primero que vamos a recomendarte es que le hagas caso a tu propio cuerpo y experiencia personal, ya que lo que les funciona a unos puede que no te funcione a ti. No es necesario que dejemos de comer a determinada hora o eliminemos los glúcidos por la noche, lo importante es que hagamos todo con moderación, de esta forma también podremos evitar los picoteos tardíos.

Por otro lado, es importante que no pasemos demasiadas horas en el día con hambre, ya que corremos el riesgo de desquitarnos en la noche y comer demasiado. Además, recomendamos que planifiques tus menús con antelación, calculando el número de calorías y sin olvidar la cena. Además, puedes guardar las raciones en tuppers separado para evitar improvisaciones de última hora.

El sueño y el metabolismo

Al examinar la relación existente entre el sueño y el metabolismo, es difícil determinar si ciertas circunstancias metabólicas conducen al sueño, o si es la calidad y duración del mismo lo que impulsa el metabolismo. Por ejemplo, los períodos más prolongados de sueño profundo se observan en personas físicamente activas y en aquéllas con una glándula tiroides hiperactiva; ambos casos están asociados con metabolismos más rápidos. Por el contrario, las personas con una glándula tiroides hipoactiva y, como consecuencia, un metabolismo más lento, suelen disfrutar de menos horas de sueño profundo.

Inversamente, la privación de sueño está relacionada con diversos cambios adversos de la actividad metabólica: aumentan los niveles de cortisol (una hormona implicada en la respuesta al estrés) en sangre, la respuesta inmune se ve afectada, disminuye la capacidad del organismo de procesar glucosa y el control del apetito se altera.

Este tipo de cambios, pueden observarse en personas cuyo patrón de sueño está trastornado debido, por ejemplo, al cuidado de un bebé o a una enfermedad. El resultado final es que el funcionamiento normal del cuerpo se ve perturbado por la falta de sueño, y esto se repercute en ciertas consecuencias metabólicas.

¿Influye la falta de sueño en la salud?

Los estudios epidemiológicos y de laboratorio realizados indican que la falta de sueño puede desempeñar un papel en el aumento de la prevalencia de la diabetes y la obesidad.

La relación entre la restricción del sueño, la ganancia de peso y el riesgo de padecer diabetes podría derivar de alteraciones en el metabolismo de la glucosa, un aumento del apetito y una disminución del gasto energético.

El sueño y el metabolismo de la glucosa

Los períodos reducidos de sueño están asociados con una menor tolerancia a la glucosa y una mayor concentración de cortisol en sangre. La tolerancia a la glucosa es un término que describe el modo en que el organismo controla la disponibilidad de la glucosa presente en la sangre para los tejidos y el cerebro.

En períodos de ayuno, el elevado nivel de glucosa y de insulina de la sangre indica que la administración de glucosa realizada por el cuerpo es inadecuada. Existen pruebas que demuestran que la baja tolerancia a la glucosa es un factor de riesgo para la diabetes de tipo 2. Los estudios sugieren que la restricción de sueño a largo plazo (menos de 6,5 horas por noche) puede reducir la tolerancia a la glucosa en un 40%.

Los trastornos del sueño y la obesidad

La apnea del sueño es un trastorno que afecta aproximadamente al 24% de los hombres y al 9% de las mujeres. Se caracteriza por la interrupción momentánea de la respiración durante el sueño, lo que ocasiona un sueño de peor calidad y fatiga durante el día.

Existe una estrecha relación entre este problema y la obesidad. Varios estudios han comprobado que las personas con apnea del sueño presentan patrones anormales de sueño que pueden acentuar los trastornos metabólicos asociados con la privación de sueño como, por ejemplo, el aumento del hambre. Es decir, que la apnea del sueño causada por la obesidad podría a su vez influir en el apetito y el gasto energético, favoreciendo la obesidad. Es necesario seguir investigando para conocer mejor estas relaciones.

Conclusión: 

La falta de un sueño de buena calidad parece tener un impacto en los impulsores fisiológicos del equilibrio energético: el apetito, el hambre y el gasto energético. Además, la privación de sueño tiene un efecto negativo en la capacidad del organismo de administrar la glucosa y puede aumentar el riesgo de padecer diabetes de tipo 2. Se necesitan aún más investigaciones para entender cómo podrían utilizarse cambios en el patrón de sueño para crear entornos favorables que ayudasen a la gestión del peso corporal y a reducir el riesgo de padecer enfermedades relacionadas con el sobrepeso.

Por último, no olvides que consumir una cena tardía, más o menos razonable, no influirá negativamente sobre nuestro peso, aunque sí puede afectar la calidad de sueño.

Todos estos consejos son solo orientativos y los pacientes con problemas de nutricion deben consultar a un nutricionista o dietista titulado para recibir las indicaciones dietéticas más adecuadas en cada caso. No inicie ninguna dieta no convencional sin consultar previamente con un profesional de la salud.

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