Sólo el 15% de las personas con psoriasis cumple con el tratamiento prescrito por su médico. Los culpables: el farragoso uso de las cremas y la desmotivación de los pacientes. Hasta un 46% se siente deprimido y cree que su enfermedad no va a mejorar. Para evitar este desánimo e incitar a que los pacientes sean buenos cumplidores con la terapia indicada, el psiquiatra Luis Rojas Marcos, con una amplia experiencia en el trato de pacientes con enfermedades de todo tipo, ofrece algunas claves.
Para empezar, «el médico debe dedicar tiempo al paciente, explicarle qué es la psoriasis, responder a sus dudas y dejarle claro que con un tratamiento adecuado se puede controlar» esta patología». En general, subraya el especialista, «cuando no estamos bien informados, lo que nos imaginamos de la enfermedad suele ser peor que la realidad». Por su experiencia, el doctor Rojas Marcos considera clave que la decisión del tratamiento sea compartida entre el médico y el paciente. Entre las distintas opciones terapéuticas que proponga el galeno, «el afectado puede escoger la que mejor le convenga por sus circunstancias».
Tanto la información como la implicación de la persona en la elección del tratamiento son fundamentales para «incorporar la enfermedad a nuestra personalidad, como si fuera un aspecto más de nuestra vida y siendo conscientes de que la podemos controlar».
Si el dermatólogo observa que el paciente no toma el tratamiento, pasa el tiempo y no identifica el problema, «debería derivarlo al psicólogo. Desafortunadamente, esto no pasa con la suficiente frecuencia en España», opina Rojas Marcos.
Después del diagnóstico, conviene contactar con asociaciones de pacientes y grupos de afectados. «Reciben información, se sienten apoyados y forman parte de un grupo. Son muy útiles para mucha gente», señala el psiquiatra.
No es una enfermedad cualquiera
La carga psicológica que lleva el paciente de psoriasis es importante, especialmente en personas que basan su autoestima en el físico. A diferencia de otras patologías, las que están relacionadas con la piel, sobre todo la psoriasis, tienen un componente visual capaz de dañar enormemente la autoestima de la persona. «La piel queda expuesta a los demás. Tiene un fuerte impacto sobre la imagen». A esto se suma que «el hecho de vivir en una sociedad extremadamente preocupada por la apariencia, hace que los afectados tengan aún más difícil aceptar su enfermedad». Y añade: «Está demostrado que sufren más desempelo y más problemas de relaciones sociales».
Para evitar que se sientan inferiores, quieran aislarse, se depriman y abandonen el tratamiento, remarca el especialista, deben mantener su vida social, entender lo que les pasa y explicar con naturalidad a las personas que le rodean. «Hace tan sólo 100 años, no se distinguía entre la lepra y la psoriasis. Aún hoy hay personas que creen que se contagia», señala Rojas Marcos. «Informar a los amigos y familiares es un mecanismo muy útil para no aislarse».
En sus años de profesión, ha observado que los pacientes que llevan mejor su enfermedad son aquellos que creen que pueden hacer cosas para mejorar su situación, es decir, que sienten ‘cierto control’. Sin embargo, quienes piensan que da igual lo que hagan porque no va a cambiar nada, se abandonan, se deprimen y se aislan».