Las vacaciones son el momento más apropiado para disfrutar de la familia y renovar las relaciones con nuestros hijos, pareja o familia.
- Prepara tu estrategia: Seguro que ya sabes lo que te va a resultar más difícil de soportar así que mejor que no te pille desprevenid@. Prepara con tu pareja o con el familiar con el que tengas más complicidad, de qué forma conseguiréis que la comida no se convierta en una tortura.
- Ríete por adelantado: Si ya sabes que el gracioso de tu cuñado va a contar un chiste horrible, que tu prima hará un comentario racista o que tu suegra se va a meter con la comida que has preparado, ¿por qué te agobias? Busca la forma de que el mal trago se convierta en algo divertido. Por ejemplo puedes hacer una porra secreta con las predicciones de lo que sucederá en la comida y ver quién tiene más aciertos.
- No es momento para venganzas: Que sepas lo que va a pasar no significa que tengas que tener el hacha de guerra preparada para soltarla a media comida. Tienes todo el año que empieza para resolver los problemas familiares, no le agües la fiesta a toda la familia!
- Recuerda por qué estás en la comida: Es posible que hayas asistido por obligación pero si te paras a pensarlo seguro que descubrirás que hay razones de peso para no saltarte la celebración (no le quieres dar un disgusto a tu madre, tus hijos se lo pasan fenomenal con sus primos, quieres que tu pareja pase fin de año con tu familia…) . Si tienes presentes esas razones, es posible que te sea más fácil soportar la situación.
1 Alcanzar acuerdos. Algunas parejas van alcanzando los acuerdos de manera implícita y, sin apenas darse cuenta, van organizando las relaciones con sus respectivas familias. Pero, en otras ocasiones (de malestar o tensiones), es necesario establecer normas explícitas con las que ambos miembros se sientan conformes.
2 No sobrevalorar a la propia familia ni infravalorar a la del otro. Valorar humanamente a los padres, reconocer sus aspectos positivos y sus limitaciones permitirá tomarlos como modelos en aquellos factores satisfactorios y desechar los que no se deseen.
3 Ser flexible. La tendencia a considerar que lo que cada uno siente, piensa o hace es lo normal distorsiona la percepción del otro. No compares a tu familia con la de tu pareja; ninguna es mejor que la otra. Intenta comprender y respetar las costumbres navideñas, educación y estilo de vida de tu familia política porque así estarás respetando las raíces de tu pareja.
4 Poner límites. Una vez que la pareja haya acordado el tipo de relación que desea establecer con sus familias, será necesario aclarar a los padres y suegros hasta qué punto pueden participar en los temas de la pareja. Conviene que cada miembro hable con su familia de origen y aclare que la pareja valora su opinión pero que hay temas en los que no deben ni desean que se involucren, que la pareja se concede prioridad recíproca y que es independiente.
5 Evitar discusiones con la familia política. Si alguna actitud de tu familia política te molesta o incomoda, habla con tu pareja antes de crear un conflicto. Procura que sea el otro quien trate de comunicar a su familia la necesidad de que cambien determinadas actitudes o comportamientos con respecto a ti.
6 Respetar la relación de la otra persona con su propia familia. Si no es posible una relación armoniosa, al menos intenta conceder al otro la libertad para que organice la relación que desea tener con su familia. Recuerda que la relación que tiene tu pareja con su familia no tiene que ser como la que tienes tú con la tuya.