Todos sabemos que para prevenir las enfermedades es necesario alimentarse adecuadamente, practicar ejercicio con regularidad, mantenerse hidratado, descansar lo suficiente y realizar actividades que disfrutamos y que nos dan placer.
Sin embargo, hay un factor que suele olvidarse en este intento por ser saludables, y es el papel de los pensamientos y sentimientos. Si bien muchas veces el mal humor puede ser signo de inteligencia, sin dudas es signo también de muy baja calidad de vida. Si sientes con frecuencia emociones como angustia, ira, enojo, fastidio y otras tantas que son «negativas», estarás afectando tu cuerpo mucho más.
Algunos médicos indican que las enfermedades son causadas en un 80% por malestares psicológicos. Así, si sientes un «exceso» de preocupación, enojo o angustia, puedes estar engendrando enfermedades en tu cuerpo, que pueden ser leves o muy severas, como el cáncer.
Un estudio de la Universidad de John Hopkins, en Washington, reveló que las células cancerígenas crecen más rápido en presencia de sentimientos negativos, y, por el contrario, personas que han optado por rodearse de ideas y sensaciones positivas han logrado que su enfermedad retrocediera a grandes pasos. Por eso se les recomienda a los pacientes con cáncer que se «inunden» en buenas noticias y pensamientos motivantes que estimulen la alegría, la esperanza y las ganas de vivir.
Pero los sentimientos positivos no solo son necesarios para las personas con cáncer: son necesarios para los que padecen cualquier enfermedad, y también para la gente sana, porque la excesiva preocupación, angustia o enojo deriva en enfermedades. Una prueba de la influencia de las emociones en la salud física es la eficacia del placebo: en la mayoría de las personas sucede que si consumen una píldora «vacía» y sin ningún medicamento creyendo que les va a hacer bien y que los va a curar, terminan por mejorar o incluso por curarse, y en el peor de los casos logran al menos sentirse mejor. Y, por otro lado, la hipocondría (creer que se está enfermo) ha demostrado que tiene el poder de producir realmente la enfermedad que la persona cree tener.
Esto muestra cuán poderoso es el cerebro sobre nuestro organismo. Si sientes que estás bien, lo más probable es que estés bien, y viceversa. Por eso hay quienes incluso recomiendan cambiar la manera en que percibimos las enfermedades, y aconsejan, por ejemplo, no ver al cáncer como un enemigo, porque eso haría que este actúe como enemigo. Estas personas recomiendan tratamientos naturales para combatirlo, como la homeopatía, pero sobre todo recomiendan llevar una vida calma, sin alteraciones, evitando las preocupaciones, el estrés y la angustia, y teniendo esperanza en que se saldrá adelante.