Pocos sentimientos son tan intensos como el del enfado o la ira. Cuando una persona o situación nos resultan irritantes, parecería que nuestro cuerpo pierde el control a través de un ataque de furia: apretamos los dientes, fruncimos el ceño y cerramos los puños con ganas de romper todo lo que se nos cruce por nuestro camino. ¿que debemos hacer para contener la ira?
Hay personas que se enojan con facilidad. Otras son un poco más calmas Pero en cualquiera de los casos, un ataque de ira es una experiencia estresante que en algunos casos termina en la violencia. Para que la situación no se te vaya de las manos, te enseñamos consejos para combatir la ira.
Consejos para controlar la ira o enfado.
- Tomarse un «tiempo»: aunque pueda parecer un cliché, contar hasta diez antes de reaccionar realmente puede calmar nuestro temperamento, sobre todo si es una persona compulsiva que suele hablar (o gritar) antes de pensar.
- Poner un poco de distancia de por medio: es aconsejable tomarse un descanso de la persona con la que estamos enfadados hasta que nuestras frustraciones se disipen un poco. Esto también nos permite planificar mejor cómo abarcar el asunto que nos preocupa o que nos ha causado un disgusto.
- Expresar de forma clara el motivo de nuestro enfado: es saludable expresar la frustración sin confrontación. No por gritar mas fuerte vayamos a convencer a nadie que tengamos razón. Una argumentación inteligente y honesta suele ser mucho mas eficaz que un enfado monumental. Se convence mucho mas si se identifican problemas y se plantean soluciones. Y si logramos convencer además al «culpable», pues hay mucha mas probabilidad de que el problema no vuelva a surgir.
- Hacer algo de ejercicio: la actividad física puede ofrecer una salida a las emociones, especialmente si estamos a punto de estallar. Salir a caminar o a correr, nadar, levantar pesas o simplemente subir y bajar las escaleras varias veces permitirá sacar la adrenalina de la ira sin confrontaciones.
- Pensar bien las cosas antes de decir nada: de lo contrario, es muy probable que digamos algo de lo que nos arrepentiremos después. Puede ser muy útil escribir lo que queremos decir para ceñirnos al tema o problema actual. Cuando estamos muy enfadados, es fácil dispersarse. Y si nos pasamos es muy importante saber pedir perdón.
- Identificar soluciones para la situación: en lugar de centrarnos en lo que nos hizo estallar, trabajar conjuntamente con la persona que nos enfureció para resolver el asunto en cuestión. Esto quiere decir que también debe estar dispuesto a escuchar la versión de la otra persona. No se puede llegar a acuerdos o soluciones sin antes comprender (no compartir) el argumento del otro.
- Hablar en primera persona al describir el problema: esto nos ayudará a evitar criticar o culpar a la otra persona, algo que podría hacer que se enfadara más o sintiera resentimiento, aumentando la tensión. Hay que evitar que la otra persona se sienta acusada o criticada para que no se ponga automáticamente a la defensiva. Podemos decir, por ejemplo: «Me siento mal porque he tenido que hacer todas las tareas domésticas esta semana» en vez de «Deberías haberme ayudado» o «Eres un vago y no ayudas nada».
- No guardar rencor: si podemos perdonar a la otra persona, ambos nos sentiremos mejor. No es realista esperar que todo el mundo se comporte exactamente como queremos. El rencor es un sentimiento muy negativo. Una vez resuelta una discusión es importante olvidar lo sucedido y no dejar que el resentimiento o rencor siga dentro, listo para salir en una discusión posterior. Intenta pensar en positivo.
- Utilizar el humor para liberar tensiones: reírse puede ayudar a disipar la tensión. No obstante, no utilizar el sarcasmo; solo logrará herir los sentimientos de la otra persona y empeorar las cosas. Si una risa le parece imposible, intentar al menos una sonrisa.
- Practicar técnicas de relajación: aprender habilidades de relajación y desestrés también puede ayudarnos a controlar nuestro genio cuando aparezca. Practicar ejercicios de respiración profunda, visualizar una escena relajante o repetir una palabra o frase para calmarnos, como «Tranquilo». Otras formas demostradas para aliviar la ira son escuchar música relajante, hacer meditación, cocinar, escribir un diario y hacer yoga.
¿Por qué te sientes enojado? Identifica las causas de lo que te sucede y evalúa si merece la pena sentirte asi o estás exagerando. Pide la opinión de alguna persona de confianza, como un amigo, un familiar o tu analista.
Trata de relajarte. Cuando descansas y te relajas, todo lo miras desde otra perspectiva. Relajarte no implica internarte en un spa: tan solo una caminata al aire libre, leer un buen libro, tomar una ducha o escuchar música son formas de desenchufarte. Muchos olvidan que el descanso y el relax son muy importantes en nuestra salud emocional.
La violencia no es la solución. Lo primero que se nos cruza por la mente cuando estamos muy enojados es descargar nuestra ira a través de la violencia verbal o física. Pero ninguna de ambas nos libera de lo que realmente nos perturba. Además, actuar violentamente sobre otra persona tiene sus consecuencias. Controla tus impulsos y piensa antes de actuar.
Todos tenemos nuestros problemas. Muchas personas seguramente se encuentran en tu misma situación. No pienses que los problemas solo te invaden a ti.
Resuelve los malos entenididos y conflictos. Así como todos podemos tener problemas similares, también podemos tener opiniones totalmente opuestas. Para evitar enojos o malos entendidos, procura conversar y aclarar las diferencias con quienes te rodean. Los conflictos generan estrés y tensión, por lo que probablemente termines furioso cuando las cosas no salen bien.
Conversa las diferencias personales. Estar enojados con otra persona sin hacer nada es muy fácil. Tienes que tomar la iniciativa y acercarte para resolver lo que sucede. Si notas que el otro se encuentra a la defensiva y puede actuar violentamente, procura que un tercero participe en el conflicto como mediador y promueva un acercamiento entre ambos.
Resolver disputas tiene sus ventajas. Negociar es una palabra que tienes que grabar en tu mente. Cuando negocias y logras solucionar un conflicto, te sientes mucho mejor, más cómodo y libre de preocupaciones