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A juzgar por la cantidad de madres de niños pequeños que me han pedido últimamente consejos de alimentación para enfrentar el estrés, podría decir que la frase «mamá estresada» es una redundancia.
La casa, los niños, el colegio, el trabajo, la comida, la limpieza, la plancha, el club, la ropa, las cuentas, los juguetes, los berrinches, el médico, la peluquería, las compras, los trámites… el estrés aparece cuando sentimos que las demandas exceden nuestras posibilidades. Y uno de los primeros errores que comete cualquier persona estresada, y en este caso las madres, es descuidar su alimentación.
Sin embargo, debes saber que en momentos de estrés, una buena nutrición es fundamental. ¿Por qué? Porque una mala alimentación reduce la resistencia frente al estrés y empeora sus síntomas (fatiga, irritabilidad, ansiedad, problemas digestivos, tensión muscular, entre otros). Mientras que una buena alimentación aumenta la capacidad para enfrentar el estrés y disminuye su impacto en el organismo.
¿Eres mamá? Toma nota de 4 consejos de nutrición para enfrentar el estrés:
– Desayunar… SIEMPRE!
Lo sé, suele ocurrir que no tienes ni apetito ni tiempo de desayunar. Recuerda que el desayuno es la comida más importante del día, no solo para los hijos… también para las mamás. Es la primera fuente de energía y nutrientes para tu cuerpo.
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Está demostrado que un buen desayuno:
– mejora el rendimiento físico e intelectual.
– reduce la fatiga durante el día.
– disminuye el riesgo de sobrepeso.
– predispone a un mejor estado de ánimo.
– evita el nerviosismo e irritabilidad.
– aumenta la concentración y la memoria.
Desayunar es tu primera obligación. Levántate unos minutos antes, come algunas frutas, pan o cereales integrales, leche o yogur…y estarás lista para comenzar el día!
– No abusar del café.
Muchas madres hacen uso y abuso de esta bebida ya que, al igual que otras bebida con cafeína, es un buen estimulante del sistema nervioso.
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Una ó 2 tazas de café al día pueden ayudarte a reducir la fatiga y mantener la concentración en tus tareas. Sin embargo, más de 3 tazas pueden tener efectos contraproducentes y producir síntomas indeseables como dolor de cabeza, ansiedad, dificultad para conciliar el sueño e irritabilidad.
Además, todas las bebidas con cafeína (refrescos cola, café, té) aumentan la producción de orina, favoreciendo la deshidratación. No abuses de ellas. Sustituir el café tradicional por su versión descafeinada o infusiones de hierbas frías o calientes es una buena medida para reducir el estrés.
– Beber abundante agua.
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Una mínima deshidratación influye en tu capacidad de atención, tu coordinación y memoria. Beber lo necesario es especialmente importante. Puede ser agua, jugos, infusiones o caldos de verduras. Bebe un vaso con agua al levantarte de modo de comenzar el día bien hidratada y continúa bebiendo durante el día hasta completar, al menos, un litro y medio.
– No abusar del azúcar.
Para compensar el estrés, muchas veces recurrimos a dulces, chocolates, postres, golosinas… Debes saber que el consumo de estos alimentos con alto contenido de azúcar provoca luego mayor fatiga, apetito y estrés. ¿Por qué? Al descender, al cabo de unas horas, el nivel de azúcar en sangre se produce una descarga de «hormonas del estrés» como el cortisol.
Opta por los edulcorantes naturales para endulzar tus alimentos y bebidas. Calma tu necesidad de dulces con frutas frescas o deshidratadas, cereales integrales como la granola mezclados con yogur.
Comienza con estos pequeños cambios para obtener grandes resultados. Recuerda que cuidar tu alimentación es cuidar tu salud (y la de tu familia).
Todos estos consejos son solo orientativos y los pacientes con problemas de nutricion deben consultar a un nutricionista o dietista titulado para recibir las indicaciones dietéticas más adecuadas en cada caso. No inicie ninguna dieta no convencional sin consultar previamente con un profesional de la salud.
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