La Tierra, el planeta que habitamos, está sujeto a una serie de fuerzas: campo magnético, campo gravitatorio, velocidad de la rotación, cambios en el núcleo terrestre, tormentas solares, entre otras.
En nuestra vida cotidiana casi ni nos damos cuenta de que existen, urgidos como estamos por nuestras tareas, obligaciones y distracciones, y en el mejor de los casos, nos parece que son sólo temas de estudio para los científicos. Lejos estamos de imaginar cómo nos afectan las energías del planeta.
Así como sucede a los animales
Desde hace unos diez años se vienen realizando observaciones que demuestran que el ser humano es vulnerable a ciertas influencias telúricas en un grado bastante mayor de lo que se creía, y es así como diversos trastornos difíciles de diagnosticar resultaron explicables en función de las condiciones planetarias.
En los últimos años han aparecido muchos síntomas que no responden a los criterios de los diagnósticos tradicionales de la medicina ni de la psicología, tales como: la ansiedad y la depresión; el insomnio o somnolencia, los mareos, trastornos alimentarios, falta de fuerzas físicas, pérdida del equilibrio, entre los más recurrentes. Y estos síntomas son comunes a patologías como el Síndrome de Fatiga Crónica y el Ataque de Pánico, entre otras.
Estos síntomas tienen bastantes similitudes con los que afectan a los astronautas en los viajes espaciales, al dejar de estar sometidos a la gravedad de la Tierra.
Por otra parte, investigadores en biometeorología encontraron que últimamente aumentó la sensibilidad del organismo humano a factores atmosféricos como los cambios bruscos de temperatura y presión, que ocasionan diversos trastornos: dolores de cabeza y de huesos, falta de concentración, ansiedad, cansancio.
Por qué ahora somos conscientes de estos cambios
El planeta que nos alberga a su vez está sufriendo trastornos. Estudios realizados por un geofísico del ateneo de Massachusetts en el año 2003, afirman que en los últimos 150 años el campo magnético de la Tierra perdió alrededor del 10% de su fuerza.
También disminuye el campo gravitatorio, se desacelera el movimiento de rotación, se producen cambios en el núcleo y tormentas solares de gran intensidad, aparte del debilitamiento de la capa de ozono.
No sería raro que esos males, que han aparecido en las últimas décadas y afectan a tanta gente, estén relacionados con los fenómenos que afectan a nuestro planeta; aunque alejados por la cultura, nuestro organismo sigue dependiendo de las condiciones de la Tierra como los demás seres vivientes que la pueblan.
Todas estas son hipótesis por ahora no comprobables, aunque sí bastante razonables. Tenerlas en cuenta nos ayudará a buscar alternativas naturales para aliviar los síntomas y no atiborrarnos de pastillas.
¿Crees tú que los cambios que se están produciendo en nuestro planeta pueden afectarnos? ¿Has tenido alguna experiencia personal al respecto?
Fuente: Revista "Orur S. XXI", Nº 14, octubre 2005, del Instituto "Los Orgones", de Villa de las Rosas, Provincia de Córdoba, dirigido por el Dr. Alberto Díaz Goldfarb.