La temperatura normal del cuerpo oscila alrededor de los 37 grados centígrados (98.6° F). Ésta se mantiene en el cerebro y los órganos internos, pero puede variar en el resto del cuerpo. Las extremidades obtienen su temperatura del movimiento y de la presión sanguínea, por lo que su temperatura es, en estado de reposo, similar a la del ambiente.
La piel juega también un papel importante en la conservación de la temperatura interna, se concentra o adelgaza como reacción a la temperatura exterior. El hipotálamo es responsable de este mecanismo para controlar la temperatura, así como de que “temblemos” de frío o que nos sintamos obligados a descansar cuando tenemos calor.
Los mejores lugares para medir la temperatura corporal en casa son la boca, las axilas y el recto. Se considera temperatura alta, o fiebre, si la temperatura supera los 37° Celsius.
La fiebre sólo debe ser signo de alarma cuando va acompañada de alguno de los siguientes casos:
- La temperatura amenaza con superar los 41 grados centígrados. Aunque en realidad es grave a los 42.2, no es necesario esperar a que sea peligrosa. Sin embargo, preocuparse cuando la temperatura está en 39 grados y no hay señales de que aumente, simplemente no tiene sentido.
- Si la fiebre va acompañada de dolor fuerte en el oído, puede tratarse de una infección de oído. Incluso en este caso puede que el antipirético o los antibióticos no sean necesarios, pero la opinión de un especialista es necesaria.
- Hay problemas para respirar.
- El agotamiento que presenta la persona es excesivo. En especial en niños pequeños, esto puede ser resultado de deshidratación.
- Además de la fiebre se presentan convulsiones.
- Si la persona vomita, tiene diarrea y/o dolor de cabeza, además de fiebre, puede tratarse de meningitis u otra enfermedad infecciosa que requiera el uso de antibióticos.
Por qué debo tratar la fiebre sin medicamento
En la medida en que el cuerpo mejora su sistema inmunológico, la fiebre deja de ser una respuesta ante la invasión de virus y bacterias. Es por ello que la fiebre ocurre con menos frecuencia en la edad adulta.
La fiebre es una parte importante del proceso de nuestra salud, no sólo durante la enfermedad, sino en el futuro.
Según VRAN, una red que informa sobre el riesgo de la vacunación, existe suficiente evidencia científica para constatar que la fiebre como mecanismo de combate a infecciones virales y bacterianas reduce el riesgo de morbilidad.
Originalmente, se trataba la fiebre con ácido acetilsalicílico, aspirina, hasta que se descubrió que podía ocasionar síndrome de Reye. Ahora se trata con paracetamol, del que se sabe causa daños al hígado.
Aprende a desintoxicar tu hígado
También se sabe que el uso de antipiréticos puede extender el periodo de enfermedad desde 3 días hasta dos semanas, según la enfermedad que se combata.
Si el bebé tiene menos de 2 meses, se debe acudir al médico y no administrar ningún tipo de medicamento.
Luego, para ayudar a bajar la fiebre, podemos darle un buen baño con agua tibia, no se recomienda el agua fría ya que puede causar escalofríos. Lo ideal es sumergir al niño en la bandera con agua tibia alrededor de 10 a 15 minutos. Luego retirarlo y secarlo.
No friccionar el cuerpo con alcohol, ya que el mismo se absorbe por la piel y puede causar intoxicación.
Vestir al niño con un pijama o ropa de algodón, para que el calor del cuerpo pueda escapar. Si lo acuesta, cúbralo solo con una sábana o manta liviana. Demasiada ropa o abrigo puede evitar que el calor del cuerpo se libere y aumente la temperatura corporal.
La temperatura del ambiente en donde se encuentra debe ser ni muy caliente, ni muy fría.
Para evitar la deshidratación, ofrecerle liquido de manera constante, ya sea por medio de agua, sopas, caldos, gelatinas, y evitando las gaseosas o las bebidas con cafeína.
Si junto a la fiebre se presentan vómitos o diarrea, lo mejor es consultar al médico sobre que bebida hidratante debería darle. Mientras, intente darle líquido con una cucharita o en pequeños sorbos. La fiebre provoca una rápida pérdida de líquido y se hay vómitos o diarrea, la deshidratación es casi segura.
Si solo hay fiebre y el niño desea comer, puede ofrecerle cualquier alimento (en porciones razonables); pero si no tiene hambre, no hay que exigirle que coma, mientras beba sin dificultad.
Se debe evitar que el niño esté en actividad, lo mejor es llevarlo a la cama, o que haga actividades tranquilas.
Nunca se debe llevar a un niño con fiebre o febrícula a la escuela guardería o jardín maternal. Solo debe volver a sus actividades normales luego de que hayan pasado unas 24 horas sin tener temperatura.