Ponen en duda el ‘gen de la longevidad’

Jesus L. Rodriguez

Las sirtuinas, proteínas que, según se creía, aumentan significativamente la vida útil de un determinado número de organismos — y que son el objetivo declarado de algunas cremas anti-edad – en realidad no afectan a la longevidad de los seres vivos, según un nuevo estudio financiado por el Wellcome Trust y la Unión Europea.

El estudio, publicado en la revista ‘Nature’, fue llevado a cabo por el doctor David Gems y sus colaboradores del Instituto de Envejecimiento Saludable de la UCL (University College London)en el Reino Unido; sus resultados proporcionan una evidencia casi concluyente de que los efectos sobre la longevidad de los animales vistos en experimentos anteriores no estaban relacionados con las sirtuinas.

Las sirtuinas habían sido previamente relacionadas con el envejecimiento y la longevidad en la levadura, los gusanos nematodos y la mosca de la fruta, los organismos utilizados como modelos para la biología del envejecimiento humano. Los investigadores habían demostrado que cuando los genes del organismo producen un exceso de sirtuinas su vida útil se extendía de manera significativa, en los nematodos hasta en un 50 por ciento.

Estos estudios sobre las sirtuinas causaron mucho interés en la comunidad científica y los medios de comunicación, de hecho, el gen productor de la sirtuina fue llamado ‘gen de la longevidad ‘. Tras publicarse estos resultados, se comercializaron una serie de cremas anti-edad que contenían resveratrol – un componente de origen vegetal encontrado en el vino tinto — con el supuesto objetivo de activar la producción de sirtuinas. Sin embargo, investigaciones posteriores han puesto en duda que el resveratrol active la producción de esta proteína.

El doctor Gems y sus colaboradores, junto con investigadores de la Universidad de Washington en Estados Unidos y la Universidad de Semmelweis en Hungría, examinaron por primera vez dos cepas diferentes del gusano nematodo, cada una de estudios previos diferentes. Los gusanos habían sido manipulados genéticamente para que el gen productor de sirtuinas fuese hiperactivo.

Como era de esperar, estos gusanos vivieron más que los gusanos control (es decir, los gusanos que no habían sido manipulados genéticamente). Sin embargo, después de que se tomaran precauciones para asegurar de que la única diferencia entre los gusanos control y los gusanos de prueba fue la elevación de los niveles de sirtuinas, el efecto en la longevidad desapareció. Esto implica que son otros factores genéticos los que promovieron la longevidad obsevada inicialmente. En una de las dos cepas originales, los investigadores identificaron una mutación en un gen involucrado en el desarrollo de las células nerviosas.

Trabajando junto a científicos de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, los investigadores del Reino Unido examinaron a continuación una versión transgénica de la mosca de la fruta, Drosophila melanogaster, en la que se elevaron los niveles de sirtuinas.

Este modelo transgénico había sido objeto de investigaciones anteriores que parecían mostrar que la sobreactivación de las sirtuinas en la mosca de la fruta la dotaba de una significativa longevidad. Los investigadores fueron capaces de demostrar de nuevo, mediante los resultados de este nuevo estudio, que son otros factores genéticos, no relacionados con los genes de sirtuinas, la verdadera causa de la longevidad.

Finalmente, los científicos también pusieron a prueba la afirmación de que la restricción dietética aumenta la vida útil mediante la activación de las sirtuinas. Analizando las moscas genéticamente modificadas que carecían del gen de la sirtuina, los investigadores demostraron que la restricción dietética seguía aumentando la vida útil; por lo tanto, la restricción dietética trabaja de forma independiente de las sirtuinas.

Según Gems, «estos resultados son muy sorprendentes. Hemos vuelto a examinar los principales experimentos que relacionan las sirtuinas con la longevidad en los animales y hemos descubierto que sus resultados no se sostienen tras un riguroso escrutinio de las sirtuinas, que parecen no tener nada que ver con la extensión de la vida. Este trabajo debería ayudar a reorientar los esfuerzos científicos hacia los procesos que realmente controlan el envejecimiento».

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