Según algunos estudios los disgustos pueden ocasionarnos problemas de corazón y trastornos coronarios.
Los disgustos pueden ocasionarnos enfermedad cardiaca y numerosos trastornos coronarios. Lo que incide en esto es nuestro pulso, el mismo se acelera cuando nos encontramos en este estado, por lo que el cuerpo se prepara para actuar en una situación de emergencia, asegurándose que el mismo tenga el aporte de riego sanguíneo que necesita si tiene que defenderse. La aceleración del pulso hace también que se acelere el ritmo cardíaco, lo cual supone un riesgo para el corazón, especialmente en el caso de las personas que tienen cantidades de colesterol y grasas elevadas.
Además se a comprobado que el estar enojado o asustado causa una mayor sensación en la zona superior al pecho, que puede ser explicada como una inconsciente preparación para una pelea.
La tristeza hace que nuestras extremidades se sientan más débiles y que estemos muy conscientes de la actividad de nuestro pecho y corazón.
Por su parte, la depresión también nos deja las extremidades más débiles y además sentimos cierto malestar en la garganta y en el sistema digestivo.
Un ataque de rabia puede hacerle mucho daño a tu corazón. Aunque los científicos aún siguen investigando más a fondo el tema, se sabe que el enojo y otras emociones fuertes afectan directamente al corazón y a las arterias. Cuando te enojas, tienes ira o cólera, el cuerpo activa un mecanismo de combate o pelea, te pone alerta y es entonces cuando se liberan hormonas como la adrenalina y el cortisol, se aceleran los latidos del corazón, la respiración se hace más agitada y sientes una descarga de energía. Los vasos sanguíneos se contraen y la presión sube. Cuando esta reacción ocurre con demasiada frecuencia, el sistema cardiovascular se sobrecarga y se gasta.
Ademas Los pequeños disgustos se van acumulando y provocan irritabilidad, afectando al funcionamiento del hígado, de la vesícula biliar, del duodeno, del estómago, de la digestión, etc. Todas las cosas que no podemos digerir emocionalmente son mucho más graves que aquellas indigestas desde el punto de vista de la alimentación física. Así, los disgustos cotidianos nos generan indigestión emocional, debilitando nuestro corazón. El siguiente refrán lo explica muy bien: “por un clavo se pierde una herradura, por una herradura un caballo, por un caballo se pierde un caballero y por un caballero un reino”. Es decir, si no cuidamos las pequeñas cosas, no tendremos capacidad para cuidar las mayores.
Por eso, cuando algo te cause enojo, ¡respira profundo! Cuenta hasta diez, haz una pausa, pon las cosas en una balanza y no reacciones con violencia. El practicar técnicas de relajación puede ayudarte a controlar estos ataques ya evitar que tu corazón sea el más afectado. ¡No dejes que un ataque de rabia te cause un ataque al corazón!