«En España hay muy buenos grupos de investigación y eso tiene mucho mérito, considerando el poco dinero que hay y lo mal repartido que está«. Pilar Alcaide, doctora en Biología por la Universidad Autónoma de Madrid, trabaja desde hace años en Massachusetts, sin duda una de las regiones del planeta donde se concentra una mayor cantidad de ciencia de calidad. Allí ha observado una diferencia decisiva que facilita el éxito de los estudiantes: los profesores confían en ellos.
«Hay libertad para que se llegue a la independencia», detalla esta investigadora, que con 35 años acaba de cambiar la Universidad de Harvard por la de Tufts, en las cercanías de Boston (EEUU). «El mentor [más que un profesor] te muestra el camino para aprender a ser independiente, ayudándote a escribir proyectos y pedir financiación. Y si consigues el proyecto, el proyecto es tuyo».
Una situación radicalmente distinta a la que rige habitualmente la investigación española, de acuerdo con esta experta en inmunología vascular. En nuestro país, el profesor [que no siempre mentor] «habla por los estudiantes y supervisa lo que puede». «Siempre es el jefe, al que raramente se le hacen preguntas o se le presentan nuevas ideas». ¿Es más difícil, entonces, convertirse en investigador en España que en Massachusetts? «Definitivamente, es mucho más fácil aquí», reconoce Alcaide desde EEUU.
«Aquí -comenta desde su despacho en Tufts- la investigación, el desarrollo académico y las aplicaciones clínicas van unidas. Y, sobre todo, el progreso del de más abajo se refleja en el progreso del de más arriba». Es decir, el recién llegado «tiene todo el apoyo de su jefe». Incluso si acaba marchándose a otro lugar o montando su propio laboratorio, ya que los méritos del alumno son sólo suyos, «no de la institución o grupo en el que estés».
Más difícil progresar
La trayectoria de la propia doctora Alcaide ejemplifica a la perfección este alto grado de independencia, el cual sería difícilmente comprensible en una institución española: «Pedí mi proyecto en Harvard, pero me ofrecieron algo mejor en Tufts y me he traído mi proyecto a Tufts, y eso es lo normal», explica. «El problema de base en España es que hay más endogamia y es más difícil progresar en este aspecto«, añade.
Licenciada en Madrid en Biología, con la especialidad de Biología Molecular, Alcaide estudia cómo las células del sistema inmune -las encargadas de protegernos de las infecciones- viajan en la sangre, a través del sistema vascular. «En un momento dado, abandonan las venas para ir a los tejidos que las necesitan». Este mecanismo de acción depende del endotelio muscular, que es la capa que separa la sangre de las venas del resto de tejidos.
En efermedades inflamatorias como la artritis, la ateroesclerosis o la esclerosis múltiple, las células inmunes «viajan más de lo normal» y acaban provocando un daño a los tejidos, según explica esta experta, cuyo grupo está estudiando precisamente cómo frenar esta excesiva y perjudicial migración celular. «En particular, cómo impedir que se unan al endotelio vascular, para que permanezcan circulando en los vasos sanguíneos sin crear daño en los tejidos».