Cáncer de hígado síntomas iniciales y tratamientos

Jesus L. Rodriguez

Cáncer de hígado síntomas iniciales y tratamientos

El cáncer de hígado es el quinto más frecuente del mundo y la cuarta causa de muerte por cáncer en la población mundial. El cáncer hepático o también conocido como carcinoma hepatocelular o hepatocarcinoma, es un tumor en el hígado maligno, el que afecta en su mayoría a hombres a partir de los 65 años, donde la causa más desencadenante de esta enfermedad es la cirrosis hepática, relacionada con hepatitis víricas y alcohólicas, aunque no siempre las hepatitis ni cirrosis terminan desencadenando un cáncer al hígado.

Otros factores de riesgo de este cáncer es el tabaco, sobrecarga férrica, resistencia a la insulina, fármacos, factores dietéticos y productos químicos, entre otros.

Cáncer de hígado signos y síntomas

Los síntomas más comunes del cáncer de hígado son el dolor abdominal, cansancio intenso, pérdida de peso, sensación de saciedad precoz tal como si se acabara de comer, coloración amarillenta en la piel por una elevación de la bilirrubina, distención abdominal y ascitis. Otros síntomas se pueden desencadenar al existir metástasis, aunque es importante mencionar que hasta un 25% de los pacientes con este tipo de cáncer pueden permanecer sin síntomas por un extenso periodo de tiempo.

La sintomatología del cáncer de hígado dependerá de lo avanzado que este el tumor y de la reserva hepática que pueda tener el hígado cirrótico sobre el que apareció el tumor maligno; por eso en un 80% de los casos este cáncer puede pasar desapercibido en las fases iniciales.

Un tumor hepático se puede apreciar cuando aparecen síntomas que se relacionan con la descompensación de una cirrosis, apareciendo dolor en la zona derecha del abdomen, en la zona baja de las costillas y además aparece un abultamiento en el área, lo que dependerá del tamaño del tumor. Además El color amarillento no solo puede aparecer en la piel, también en los ojos, destacando que la orina también se puede teñir de un color oscuro muy parecido al coñac, pudiendo producir incluso picor generalizado.

Los pacientes con cirrosis y que no poseen una infección, pueden desarrollar fiebre, signo que alerta sobre la posibilidad de que exista un carcinoma hepático. Otro de los síntomas de n cáncer de hígado es que pueden aparecer algunas venas en la piel del abdomen.

Diagnóstico y tratamiento del cáncer de hígado

La sospecha de un cáncer de hígado se establece siempre en pacientes con una enfermedad hepática subyacente o una elevación en la sangre de alfa-feto proteína, sustancia que se puede percibir a través de pruebas y del análisis clínico de cada persona. Pero la mejor prueba y la más simple para diagnosticar este cáncer son a través de la ecografía abdominal, pero para valorar la extensión local del tumor, tamaño de las lesiones y número se puede realizar una tomografía axial computarizada, resonancia nuclear magnética o una tomografía por emisión de positrones.

El cáncer de hígado de puede tratar de diferentes formas, y esto siempre dependerá del estado de cada paciente y del tumor. Donde las únicas opciones que ofrecen posibilidades de curación son la resección quirúrgica, la ablación y el trasplante.

La resección quirúrgica se practica a pacientes que tienen tumores únicos, tienen una función hepática conservada y están asintomáticos; pudiendo alcanzar casos de supervivencia a los 5 años. Por otro lado el trasplante de hígado, es una de las mejores opciones ya que extirpa la lesión y cura la enfermedad hepática, donde los mejores candidatos para este tratamiento son los que tienen tumores de menos de 5 centímetros o aquellos que tienen entre dos a tres tumores de menos de 3 centímetros; criterios que ayudan a seleccionar quienes pueden recibir un trasplante, teniendo una supervivencia muy similar a quienes no tienen cáncer hepático.

La ablación es otro tratamiento para el cáncer de hígado, el que consiste en aplicar energía térmica o calor a través de radiofrecuencia por medio de un electrodo directamente donde se encuentra la lesión; tratamiento recomendado para lesiones menores de 3 centímetros aunque sean múltiples. El requerimiento es que las lesiones estén en el interior del parénquima y alejadas del hilo hepático, es decir, de la entrada del hígado, además de estar alejado de grandes vasos o de otras estructuras próximas como el estómago, colon o la vesícula biliar, por el alto riesgo de perforación de estas estructuras.

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