Un estudio realizado en siete países africanos -Botsuana, Kenia, Ruanda, Sudáfrica, Tanzania, Uganda y Zambia- con 3.790 parejas heterosexuales serodiscordantes (aquellas en las que uno de los miembros está infectado por el VIH y el otro no) concluye que las mujeres que toman anticonceptivos inyectables multiplican por dos su riesgo de adquirir la infección por VIH así como de transmitirla a los hombres con los que se acuestan. El por qué no está del todo claro, pero parece, según apuntan los investigadores, que este método provoca ciertos cambios en la estructura de la vagina y en la forma en la que se regulan algunas proteínas que favorecen la entrada del virus.
El hallazgo, publicado en la revista ‘The Lancet’, plantea un dilema, sobre todo en África: «Por una parte, la promoción de estos anticonceptivos en áreas con una alta incidencia de VIH podría contribuir a propagar aún más la epidemia de sida, con consecuencias trágicas. Por otro lado, limitar el acceso a uno de los métodos anticonceptivos más usados en África subsahariana podría aumentar la mortalidad materna e infantil, con consecuencias igualmente trágicas», escribe en un comentario Charles S. Morrison, de Clinical Sciences en Durham (EEUU).
¿Cómo salir de esta encrucijada? Para Renee Heffron, uno de los autores de la investigación de la Universidad de Washington, se necesitarían con urgencia dos cosas. «Primero es imprescindible realizar un ensayo clínico a gran escala destinado a conocer mejor la relación entre este sistema anticonceptivo y el riesgo de contraer VIH. Y, además, es importante que se lancen programas destinados a promover la importancia de seguir utilizando el preservativo, junto a otros métodos de anticoncepción».
De las 3.790 parejas que participaron en el estudio, en 1.314 era el hombre el que tenía el VIH mientras que en las 2.476 restantes, la seropositiva era la mujer. En el momento de iniciar la investigación, el 15% de las mujeres sin el virus usaba anticoncepción hormonal, al igual que el 17% de quienes sí estaban infectadas. Después, durante el estudio, los porcentajes aumentaron a un 21% y un 33%, respectivamente. Tras 24 meses de seguimiento, los investigadores comprobaron que esta anticoncepción, por sí sola -tras descartar factores como el sexo de riesgo o la edad, por ejemplo- duplicaba el riesgo tanto de contraer la infección como de transmitirla.
Aunque el trabajo tiene limitaciones, como el hecho de fiarse de la palabra de las participantes y no haber medido si utilizaban bien el método anticonceptivo, los autores señalan que «es el primer estudio prospectivo que muestra que esta anticoncepción hormonal aumenta el riesgo de que los hombres, parejas de mujeres infectadas, contraigan el VIH». A la inversa, ya se había comprobado en estudios anteriores.
En cualquier caso, «nuetros datos son lo suficientemente importantes como para tenerlos en cuenta en los programas de planificación familiar y de prevención del VIH», explica Jared Baeten, otro de los investigadores, también de la Universidad de Washington.
En el mundo, más de 140 millones de mujeres utilizan la anticoncepción hormonal. En África subsahariana, donde viven 16 millones de seropositivas, los anticonceptivos hormonales inyectables son de los más extendidos.