Los datos iniciales son buenos. Tanto o incluso mejor que otros productos similares que están en investigación. Una vacuna desarrollada por el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha demostrado en la fase I de los ensayos -muy preliminar- que estimula las defensas del organismo y que podría enseñar al sistema inmune a luchar contra el VIH. Éste es el punto de partida. A partir de ahí, todo el trabajo está por hacer y, por ello, el CSIC pide apoyos para seguir estudiando la vacuna, ya que se financia, de momento, con dinero público.
«España está en buena posición para embarcarse en la fase siguiente de la investigación», ha reconocido Mariano Esteban, del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, uno de los investigadores de la vacuna. «Hemos dado un paso adelante, es la primera vacuna de este tipo desarrollada en nuestro país y, por ello, debemos continuar», explica.
Lo que han demostrado, tras más de una década de investigación, es que la vacuna genera una importante respuesta inmune, hasta del 90%. Quiere decir que sirve para entrenar el sistema defensivo de una persona sana para que aprenda a detectar y a combatir componentes del virus del sida. «Es como si le enseñáramos una foto del VIH para que sea capaz de reconocerlo si se lo encuentra en el futuro», explica Esteban.
La vacuna, que ya mostró su eficacia en ratones y macacos, se denomina MVA-B porque está compuesta por un virus atenuado -el Vaccinia Modificado de Ankara (MVA), que ya se usó para erradicar la viruela- y se dirige al subtipo B del VIH, el más prevalente en Europa, Estados Unidos, América Central y Sur y Caribe.
«Se basa en la introducción de cuatro genes del VIH B en cantidad suficiente para despertar una reacción del organismo pero no para producir una infección, lo que garantiza la seguridad», indica Felipe García, otro de los investigadores, del Hospital Clínic de Barcelona.
El futuro
En esta primera fase se ha probado en 30 voluntarios sanos, a 24 de los cuales les pusieron tres dosis de la vacuna -en las semanas 0, 4 y 16- y a los otros seis un placebo. En todos los pacientes vacunados se produjo una respuesta defensiva que se ha mantenido durante todo un año, mientras que en los voluntarios que recibieron placebo no se observó ningún efecto.
Pero los investigadores son cautos. «De momento, lo único que sabemos es que induce defensas y que es segura, ya que no hubo efectos secundarios graves, pero hasta ahí. No podemos saber aún si será eficaz para evitar la infección. Para eso debemos seguir investigando», dice García. «El objetivo de esta primera fase es, de hecho, demostrar su seguridad», como señala Juan Carlos López Bernaldo de Quirós, del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, que también ha participado en el estudio.
Ahora falta empezar la fase II, cuya finalidad es ver si realmente es efectiva y en qué dosis y, si todo marchase bien, en las previsiones más optimistas «se podría iniciar la fase III (probarla a gran escala) en cinco años», estima Mariano Esteban. Y tampoco sería el paso definitivo.
Otra idea es probarla también como vacuna terapéutica. «Los pacientes con sida deben tomar un tratamiento antirretroviral de por vida y no pueden dejarlo nunca ni hacer descansos. Queremos ver si esta vacuna ralentiza la propagación del virus por el organismo y permite dejar los fármacos un tiempo. Ver si es una alternativa al tratamiento», dice el experto del CSIC.
«Estamos ante un candidato prometedor, que no sabemos aún lo que puede dar de sí», concluyen.