Limpieza facial, un tema que desde tiempos inmemoriales, ha sido una de las partes más importante de una rutina de cuidado de nuestra piel. La limpieza facial nos ayuda a deshacernos de las células viejas, polvo, suciedad y maquillaje de nuestra piel y hace que nuestros poros no se vean obstruidos. También una correcta limpieza facial nos ayuda en la circulación sanguínea y prepara nuestra piel para que reciba los nutrientes que posteriormente son aplicados sobre nuestra piel.
A menudo solemos asumir que la limpieza de nuestro rostro es la tarea más básica que cualquiera puede hacer con un poco de agua y jabón, sin embargo, esta creencia popular no realiza la correcta limpieza facial que muchas personas pueden requerir cuando sufran de alguna condición, como el acné o que su piel produzca un exceso de aceite. Debemos considerar además que en la actualidad contamos con múltiples opciones para complementar nuestra limpieza facial, opciones como toallitas especiales, aceites especiales, lociones e incluso remedios caseros para la correcta salud de nuestra piel. Estos limpiadores complementarios, son capaces de no dañar la piel y pueden hidratar de manera correcta.
Limpieza facial
Una limpieza para cualquier tipo de piel; Una correcta limpieza facial, independiente de cualquier tipo de piel, debe realizarse al menos dos veces al día y no más. Una limpieza facial que se realice con demasiada frecuencia podría llegar a pelar nuestra piel, dañando muchos aceites esenciales naturales que están presenten en nuestro rostro. Es fundamental limpiar nuestro rostro, especialmente en la noche, ya que de esta manera se pueden evitar erupciones en nuestra piel.
El identificar nuestro tipo de piel; Antes de iniciar cualquier tratamiento de limpieza facial, debemos asegurarnos de identificar cual es el tipo de nuestra piel. Para un correcto tratamiento facial, siempre debemos utilizar jabones que sean para nuestro rostro, debemos ser conscientes de que los jabones comunes son diseñados para la piel áspera de las manos, por lo que suelen dañar nuestra piel cuando es sensible, además estos jabones suelen secar la piel del rostro. Quienes cuenten con un tipo de piel grasa, estos necesitan encontrar limpiadores que logren equilibrar la producción de aceite por parte de nuestra piel, mientras que en pieles sensibles es fundamental utilizar un jabón suave que no irrite y que esté libre de aromas.
Una mascarilla de belleza; Independiente del tipo de piel con la que se cuente, podemos usar una mascarilla de miel para limpiar he hidratar nuestra piel. Para hacer uso de la miel, solo debemos aplicarla de manera uniforme sobre nuestro rostro por 20 minutos.
Siempre se debe utilizar el agua tibia; Cuando lavamos nuestro rostro, siempre deberemos utilizar agua tibia para su limpieza. El agua muy caliente puede secar nuestra piel, causando daños sobre esta, mientras que el agua fría no es capaz quitar el polvo y la suciedad. Como complemento, debemos utilizar un paño o una esponja para lavar nuestra cara, en donde debemos asegurarnos de que estos son suaves y están limpios, aunque, un paño o esponja realmente no son esenciales, nuestros dedos pueden hacer el trabajo sin problemas o riesgos. Si utilizamos nuestros dedos para nuestra limpieza facial, deberemos recordar lavar bien nuestras manos antes de iniciar, mientras que si tenemos el pelo largo, seria recomendado evitar que este interrumpa nuestra limpieza.
Cuando retiramos la loción o remedio casero utilizado en nuestro rostro, este se debe retirar de manera circular y de manera ascendente de manera suave, comenzando siempre por el cuello. Que el lavado se realice de manera circular, hace que se mejore la circulación, se afloja la suciedad y las células viejas de nuestra piel. Un lavado demasiado fuerte, puede irritar nuestra piel, especialmente en la zona de los ojos.
El secado de nuestra piel; Cuando hemos terminado nuestra limpieza facial, es importante que retiremos el exceso de agua de nuestro rostro con una toalla limpia. Es importante que nunca frotemos fuertemente la toalla sobre nuestra piel, en cambio, podemos posar la toalla sobre nuestro rostro y quitamos el exceso de agua, con unas palmaditas suaves para que la toalla absorba el agua, de lo contrario, podríamos secar nuestra piel tras una limpieza.
Finalmente, terminaremos esta rutina, haciendo uso de una crema hidratante que sea adecuada para nuestro tipo de piel, la cual se encargara de sellar la humedad y generara que esta se vea mejor.